martes, 20 de junio de 2017

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Reseña: El beso del infierno de Jennifer L. Armentrout

¡Hola, personitas! Hoy vengo con lo que sería la primera entrada —oficial— del blog, y cómo no, he venido con una reseña de un libro que he leído hace unas pocas semanas, se trata de El beso del infierno por Jennifer L. Armentrout. Si bien no había leído anteriormente nada de la autora, empecé con bajas expectativas dado que la sinopsis me dejaba entrever que no sería una novela de mi gusto, pero ha sido —más o menos— una grata sorpresa la que me he llevado.




Debo decir que empecé a leer este libro sabiendo de antemano lo que me iba a encontrar y que no me iba a agradar del todo, y hasta cierto punto, así fue. No obstante, fue justamente lo que buscaba: una lectura ligera, rápida y fácil de leer que probablemente no me aportaría nada y no sería uno de esos libros inolvidables, pero siendo justa, me esperaba algo mucho peor.

Layla lleva una vida lejos de lo que se puede considerar normal al ser mitad guardiana, mitad demonio. Los guardianes son una raza de seres destinados a combatir a los demonios a diestra y siniestra y a proteger a los humanos, pese que estos desconocen prácticamente todo sobre ellos y tienden a tratarlos como la peste.

La primera parte del libro va sobre esto, sigue el día a día de Layla viviendo con los guardianes que la acogieron y que considera su familia pese que estos no parecen fiarse de ella plenamente, gracias a su súper rara cualidad en la que le roba el alma a cualquiera que la bese. Layla intenta mantener el equilibrio entre la escuela y su obligación como mitad guardiana: marcar a los demonios para que los verdaderos guardianes los encuentren y hagan el trabajo sucio. Pero pese a todo lo emocionante que pueda sonar ser parte de dos mundos, ocultar su secreto y luchar contra el 'mal', la verdad es que su vida termina siendo bastante monótona y aburrida. Lo único que parece rescatarla de su plana existencia es Zayne, su mejor amigo, casi hermano y de quien ha estado enamorada desde prácticamente siempre, un amor que se quedará en lo platónico dado todo el asunto sobre prohibidos-los-besos. Todo esto continúa prácticamente igual hasta la llegada de Roth, un demonio sexy —porque no hay de otro en este tipo de sagas— que pone de cabeza arriba absolutamente todo en su vida y de quien se siente irremediablemente atraída, pese a que eso significaría traición a los ojos de quien siempre ha tratado de conseguir  aprobación.

Empezando con los personajes, lamentablemente todos pecan de ser planos y estereotipos que hemos visto un montón de veces y no son nada nuevo. Está Layla, nuestra protagonista súper especial que puede todo y le pasa de todo y prácticamente el universo gira en torno a ella, todos se mueren por ella porque es guapísima y divertida y súper buena persona, además de pura y virginal, pero prefiere negarlo cada vez que alguien intenta decírselo. Pero no me malentiendan, a grandes rasgos, Layla sí me agradó. No es ninguna novedad de protagonista, pero no pasó de que me hubiera gustado poder darle unas cachetadas de vez en cuando.
Luego está Roth, quien cumple el papel del chico rudo, tatuado y perforado que le gusta hacer un montón de insinuaciones sexuales y quien te recuerda a todo menos a un despiadado demonio de Nivel superior. Pero... bueno, para qué negarlo, por más que repitan a este tipo de personaje, de alguna u otra forma terminan agradándome. Y no es que tenga que ver su increíblemente sensual y bien trabajado cuerpo, su cabello negro y sedoso, sus gruesas pestañas o los tatuajes, no, eso no tiene nada que ver.
Por último (digo por último porque son prácticamente tres los personajes a quienes Jennifer les da relevancia), Zayne alias 'el perfecto'. Piensen en la palabra 'perfección' y todo eso va a ser Zayne, más o menos, porque para mí más bien le va la palabra insípido. Zayne es de quien Layla está enamorada, y aunque es un amor prohibido, a leguas se nota que hay algo más entre ambos formando así un triángulo amoroso. No es un spoiler, aunque nos presentan una relación fraternal al menos por parte de Zayne es fácil darse cuenta de que hay más que eso. Zayne, próximo líder de su clan siempre la cuida, la sobreprotege, la defiende y parece ser el único que la quiere sinceramente en su familia... y bueno, ¿ya dije que la cuida y la protege? Porque es difícil pensar en algo más. Debo admitir que ya es casi regla que yo odie este tipo de personajes, nunca me han gustado, pero lo hubiera podido aguantar si tan sólo la autora les hubiera dado profundidad.

Los demás personajes desgraciadamente pueden considerarse relleno, Armentrout metió personajes sólo para llenar los papeles de personajes totalmente estereotipados, para marcar las diferencias entre el resto del mundo y nuestros tres protagonistas. 


Sinceramente, lo más remarcable del libro, al menos para mí, ha sido la relación de Roth y Layla, lo cual puede que no sea malo... pero en definitiva tampoco bueno. Aunque debo aclarar que su relación no sale de lo común, ella al principio no confía en Roth por obvias razones, pero poco a poco él empieza a demostrarle que la quiere ayudar, aunque no tenga idea de porqué. Entre un montón de insultos, chispas y provocaciones, ambos van construyendo una relación que hemos visto en muchísimos libros juveniles pero que no deja de sacarme un par de sonrisas.

Por supuesto que hay más que su relación, pero todo me pareció demasiado flojo y opacado por el naciente romance. Algunos ataques demoniacos, el repentino interés  de seres sobrenaturales sobre Layla o la razón por la que algunos la quieren ver muerta y otros la quieren proteger hacen de la lectura un poco más llevadera, pero una vez que terminas de leer el libro terminan siendo detalles opacados por el triángulo amoroso.

Ahora, si debo marcar algunos puntos a favor de Armentrout, son tres lo que se asoman a mi mente. El primero, es el uso de las gárgolas, quizás queda muy superficial y nunca se nos da una buena explicación de su origen o el porqué de éstas, pero me pareció un toque original que le sumó algunos puntos.
Segundo, el tema del libre albedrío. En su novela nos deja el mensaje sobre que no todos los malos son tan malos ni los buenos tan buenos, todo gracias a que sin importar de dónde vengas, todo ser que cuente con libre albedrío es capaz de escoger y tomar sus propias decisiones -valga la redundancia- y así pueden zafarse un poco del destino con el que nacieron.
Por último, debo destacar la pluma de la autora, que es adictiva y fresca, es simple pero no demasiado, y hace que todo se lea en un dos por tres. Disfrutas la lectura sin demasiadas complicaciones, tiene un toque juvenil agradable que sin duda ha hecho que aumente un par de puntos positivamente.

En resumen, El beso del infierno es el primer libro de una saga juvenil llena de tópicos que no dejan de agradar, una lectura simple y agradable a su manera pero que no deja de sentirse que le falta. Perfecta para  un día de aburrimiento en el que no quieras leer nada demasiado complejo. 



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